Saltar al contenido

La emoción no es el destino.
Es el origen.

Antes que la forma, el ritmo o la armonía, está lo que sentimos.
Ese impulso sutil.
Ese temblor interior que pide ser música.

No compongo para entretener.
Ni para llenar de notas el silencio.
Compongo para entender lo que no tiene palabras.
Para transformar lo invisible en algo que se pueda oír… y quizá, sentir.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies
Scroll Up